domingo, 27 de diciembre de 2009

EL CORRECAMINOS ABOLIDO...y feliz Navidad


El año empieza a terminarse. En realidad, se estÁ terminando desde aquel ya lejano 01 de enero del 2009, solo que entonces no nos lo parecÍa. Hoy, que por todos lados la gente nos demanda resultados, análisis de lo que hemos hecho, regalos y reafirmaciones de compromiso, el final se vuelve algo más palpable, más cercano, más nuestro., nos interpele con mayor fuerza. En realidad no es así. Este año se viene acabando desde que empezó, y lo mismo ocurrirá con el próximo; a cada paso nos acercaremos a su ocaso.

Siempre que llega el mes de diciembre, aparece en mí una suerte de neurosis. Lo más extraño de esto, es que suelo disfrutarla. Me gozo en los cada vez más numerosos intercambios de regalos, las mesas navideñas, los demandantes regalos, los saludos a la gente a la que solo por estas fechas uno ve, y mil y un rollos más de este tipo. Será que este año he tenido la sensación de estar siempre corriendo tras el reloj, que las fechas navideñas, me han parecido más agobiantes que de costumbre. Veo por todo lado gente yendo y viniendo; corriendo para ganarle a sabe Dios qué-bip bip- , he sentido los anuncios publicitarios más agresivos que otros años, incitándonos a querer lo que no necesitamos y a comprar lo que ya tenemos, o tuvimos y -bip bip- botamos; el tráfico se ha vuelto más caótico, con gente yendo a donde no tiene que ir, tomando más taxis que los que puede pagar, gastando más gasolina que aquella que necesitan; los centros comerciales volviéndose el templo principal donde la gente acude a rendirle pleitesía al Dios Dinero, y a nuestras hadas madrinas, las gratificaciones. Los niños y -qué pena- los adutos abarrotando los mercados y supermercados para-bip bip- llevarse la mejor ensalada en Nochebuena. Los centros laborales son otra historia. Cada uno decide empezar a evaluar lo hecho durante el año. Las metas no logradas se vuelven nuestro peor Grinch que -bip bip- nos saca la lengua y nos trae el arbolito de Navidad abajo.

Sin embargo, llego a mi casa, entro en mi dormitorio, cierro la puerta y caigo en la cuenta de una verdad invisble a los ojos que solo ven lo que está delante de ellos, una realidad imposible de sentir a lo que solo piensan en metas, en números, en cantidades: la verdadera Navidad es la que se vive dentro de mí.

Cierro los ojos y, solo, empiezo mi oración, y me doy cuenta que estoy a solas con Dios, que ya no hay más carreras que ganar, ni regalos que comprar, ni metas que lograr, ni tiendas que invadir, ni amigos secretos, ni pavos, ni tráfico, ni histeria, ni neurosis. Todos mis correcaminos han desaparecido. En el interior de mí mismo, Dios nace, se acerca...y se prepara para crecer. Ese es el milagro más bello: el Dios que se acerca a nosotros.

PD. FELIZ NAVIDAD.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

La felicidad esta dentro de nosotros!!!
Me alegra saber que distinges las diferencias...
FELIZ NAVIDAD!!
ALIS

Rulos dijo...

Es dentro de uno donde tiene que haber Navidad. Felicidades mi querida Alis!