jueves, 5 de febrero de 2009

Amor a primera vista


Pocas veces me he enamorado. ¿La razón? Seguramente se debe a que me gustan los amores fuertes, apasionados, intensos, y no los encuentros triviales y pasajeros, aquellos que no tienen nada para dar, aquellos que tienen las manos cerradas, aquellos que la gente suele ofrecer. Con todo, he conocido el amor a primera vista. Sí, existe, y puede ser muy intenso, te puede dejar cosquillas en el estómago, te puede generar una sensación de vértigo y puede volver tu vida plena, total, completa, feliz.

Yo lo conocí a los diecinueve años. Fue una noche de sábado. Centro de Lima. Yo iba vestido un poco más elegante de lo que suele vestir un hombre a esa edad. De pronto lo vi. Entre en él y él entró en mí. Cómodamente sentado en mi butaca presenciaba algo fuera de este mundo, fuera de este tiempo. En escena, Otelo de Shakespeare; el lugar, Teatro Municipal luego del incendio. Era la primera que iba al teatro (es verdad, lo tengo que reconocer), y agradezco que haya sido así, porque ese día me enamore de él, me enamoré perdidamente de sus personajes, de su vestuario, de sus diálogos soberbios.

Hace algunos años ya de eso. Desde entonces he ido muchas veces a verlo. Nos hemos sentado a conversar, he bebido en su compañía, hemos estado desnudos uno frente a otro, sin máscaras. Lo he visto vestido de muchos colores, a veces me ha dejado pensando, a veces me ha hecho reír hasta dolerme la mandíbula; otras he llorado con él, pero nunca me he ido con las manos vacías. Por eso lo amo, lo amo con toda la fuerza de mi vida. Lo amo porque me ha dado mis mejores respuestas. Lo amo porque me ha consolado como nadie lo ha hecho. Lo amo porque ha hecho mi vida algo mejor, algo digno de vivirse y de contarse.

Hay pocas veces en la vida en las que nos enfrentamos a algo que nos cambia para siempre. Esa noche cambié totalmente. Al salir del teatro era otro, había sanado, había crecido, había sido feliz. Esa noche me enamoré a primera vista. Había encontrado mi camino. Mi ruta. La mía, no la de los demás. Era mi horizonte, y agradecí al cielo desde el fondo de mi corazón por ello. Encontré tan joven algo que mucha gente nunca encuentra; y pensando hacia dentro, mientras regresaba a casa, me dije convencido...


"esto es lo que quiero hacer toda mi vida".

4 comentarios:

Rous dijo...

estado ZEN...

Rulos dijo...

Absolutamente Rous, absolutamente.

K. dijo...

Q bonito Rulos.
Si, pues. Precisamente.
Gracias por invitarme a leer esto.
Abrazos,
K.

Rulos dijo...

Gracias por pasar por aqui mi querida K. Tienes siempre las puertas abiertas.